Atardecer en el bosque # Libre

La tarde comenzaba a caer en los terrenos de Hogwarts, golpeando con leves rayos del astro sol las torres más altas del castillo. Todo el alumnado se apresuraba por volver a sus respectivas salas comunes, incluso los profesores comenzaban a incitar a que todos esten dentro del castillo, pero mis pasos iban a contramano del mundo, como solía ser siempre, en toda ocasión. Hasta creí oír la profesor Sprout pidiendome 'amablemente' que baje a mi sala común. Pero sólo le dediqué una sonrisa divertida, sabiendo que ella no me iba a hacer problemas más que una advertencia en la próxima clase, antes de seguir caminando en dirección al exterior.

Aún vestía el uniforme del colegio: zapatos, medias negras, pollera, camisa junto con la corbata negra y dorada, de la humilde casa de Helga y, todo por el frío que comenzaba a alcanzar Gran Bretaña, un abrigo y la capa negra que ocultaba todo el resto. Mis pasos comenzaban a apresurarse ya que resultaba más que sospechoso que vaya por los jardines y posteriormente pasando los invernaderos para adentrarme en el bosque, lamentablemente prohibido, especialmente sola, un viernes por la tarde. Otro rayo de sol golpeó mi rostro, dejandome sin ver por un momento, hasta que pude seguir caminando, comenzardo a seguir el pequeño camino que recorría el bosque.

100, 120 metros fueron apróximadamente los que hice desde el inicio de aquel caminito, que poco a poco comenzaba a perderse, ya que muy poca gente los recorría. Ya sabía la cantidad casi exacta por el hecho de que no era la primera vez que los hacía y no iba a a ser de ninguna manera la última. Adoraba recorrer los bosques, especialmente de noche, a pesar de que en ese momento era cuando peor se ponía, porque aunque no había muchos animales salvajes, había que saber manejar a los pocos que había y mantenerte lejos de ellos. Pero hoy creía que no me iba a encontrar con ninguno de ellos.

Me senté bajo la sombre de uno de los árboles más grandes, abrazando mis piernas, con mis orbes celestes puestas en el camino. Rogaba estar un tiempo sola allí, tranquila, sin que nadie interrumpa mis pensamientos ya demasiado confusos. Rogaba que el destino se pusiera de mi lado y me dejara la tarde en paz.

Después de una mañana más que ajetreada la tarde se presentaba más bien tranquila. No teníamos entrenamiento de Quidditch esa tarde, pero sí me tocaba ronda de prefecto. Claro que esa no era más que una simple excusa para escabullirme de mi Sala Común, tan abarrotada como siempre. Esa tarde no me apetecía tener demasiada compañía. Empecé a caminar por los terrenos del castillo, hasta llegar a los límites del bosque prohibido. Después de mirar alrededor decidí entrar. Era el lugar más tranquilo que se me ocurría. Y si por casualidad me pillaban siempre podía decir que andaba detrás de alguien a quien había visto adentrarse en el bosque. Ventajas de ser prefecto.

Caminé a paso lento entre los árboles, cuidándome mucho de acercarme a aquellas partes del bosque más peligrosas. Iba abrigado con una gruesa chaqueta, que llevaba bordada en el lado izquierdo la serpiente de Slytherin. El viento empezaba a ser frío, a pesar de que el Sol seguía brillando con fuerza.

Llegué a un claro del bosque, y suspiré lentamente. No parecía haber nadie por allí. Era un buen lugar para parar a relajarme un rato. Sin embargo, me parecía recordar que por allí solían pasar los centauros, así que pensé que era mejor seguir adelante. Caminé hasta llegar a una zona del bosque un poco más tranquila. Me dispuse a sentarme por allí cuando noté que no estaba solo.